De pelear en la pintura a la formación: así crece el CB Getafe con Iñaki De Miguel

Por encima de los dos metros de estatura y a los mandos de la nave del CB Getafe se esconde una de las grandes historias de este torneo Marina d’Or 2022.

Iñaki De Miguel jugó durante dos décadas en el baloncesto de alto nivel, logrando la plata en el Eurobasket de 1999, siendo 67 veces internacional y firmando una extensa trayectoria en ACB, Liga EBA, Grecia y LEB Plata.

 Diez años después de su retirada, su labor en la ciudad madrileña sigue siendo igual o más importante que la realizada durante su etapa profesional como jugador. De Miguel dirige la parte deportiva del Club Baloncesto Getafe, club clave en la formación de niños y niñas a través del baloncesto en la ciudad. Una labor que desempeña con pasión y que le ha llevado hasta los torneos MHL Sports, en los que se encuentra presente durante la Semana Santa de 2022. Hablamos con él acerca de su trayectoria, momento personal y trabajo educativo.

 -Para aquellos que no te hayan seguido tanto la pista, cuéntanos: ¿cómo te va la vida en Getafe?

Me va bien, me va bien. No me puedo quejar. La verdad es que empezamos el proyecto hace 8 años y muy contento por cómo ha evolucionado el club. Por cantidad, pero sobre todo en calidad. Seguimos con nuestro programa formativo y educativo de los chicas y chicas, siendo además poco a poco más competitivos. Tenemos presencia en todas las categorías desde baby basket hasta senior. Muy contento por cómo ha ido todos estos años.

 -Antes de ser profesional, seguro que acudirías a más de un torneo de formación. ¿Con qué recuerdos te quedaste de esas experiencias?

Lo que más recuerdo de este tipo de torneos es la experiencia, convivencia y anécdotas. Si quedamos primeros, segundos o terceros, genial, pero no es lo que se busca ni lo que buscamos nosotros. Queremos grandes recuerdos junto a los compañeros con los que entrenas todo el año.

 -Has pasado de estar en equipos muy importantes a esta posición clave para el desarrollo del baloncesto en Getafe. ¿Cómo lo estás viviendo?

Es una tarea muy satisfactoria. Es compleja, porque trabajas con chavales en formación y hay que tener mucho cuidado desde que empiezan, pero ver a las escuelas, los niños, las niñas, los equipos… es realmente satisfactorio. Después de dos años de pandemia, las ganas de hacer deporte son inmensas. Ver las pistas llenas y acudir a eventos como este torneo de MHL, en los que se vuelca el club, significa que se están haciendo bien las cosas.

 -Vais a los torneos con 22 equipos, una expedición de 250 personas. Es una apuesta importante por MHL Sports.

Siempre promovemos la participación en algún torneo en Semana Santa. Para seguir compitiendo y vivir experiencias nuevas, donde se puedan compartir más cosas. Esto lo hablo a nivel club. No solo para los jugadores. Es algo primordial. La respuesta que tenemos de los jugadores y sus familias es tremenda. Tuvimos una reunión preparatoria y acudieron en masa.

-¿Qué es lo que te llamó la atención del torneo de Marina D’Or para acudir con tanta gente?

Siempre buscamos sitios en los que además de competir, haya una buena organización. Nos informamos con personas que habían participado previamente y todo fueron buenas palabras. El enclave, al lado de la playa, también fue muy importante. Marina d’Or lo tenía todo y tomamos la decisión de probar, así que confiemos que sea para muchos años esta relación.

 -Después de tantos años, cuando acudes a torneos de este tipo… ¿sigue estando el gusanillo de salir a jugar?

El gusanillo siempre lo tengo, pero mi limitación es la rodilla. Fue uno de los principales causantes de mi retirada y, aunque me permite hacer bicicleta y otros deportes, no baloncesto. Pero el gusanillo nunca se va, lo que pasa es que no lo puedo matar como me gustaría.